TV

La desopilante anécdota de un panelista de Cortá por Lozano con sus patines

Nico Peralta, el panelista de Cortá por Lozano (Telefe), contó una situación que vivió cuando tenía 9 años de edad.
miércoles, 30 de septiembre de 2020 16:38
miércoles, 30 de septiembre de 2020 16:38

Hay veces que lo que uno proyecta no condice con la realidad y más cuando se es niño. Eso le pasó a Nico Peralta, el panelista de Cortá por Lozano (Telefe), quien este miércoles contó una situación que le provocó una intensa alegría pero que luego se terminó "pinchando" por enfrentarse a la realidad de su pueblo.

Nico nació en el pueblo de Ascensión y a los 17 años se fue a Buenos Aires a estudiar periodismo. Sin embargo, cuando tenía 9 años pudo conocer Capital Federal y eso lo llenó de adrenalina y alegría. Su relato de lo que fue aquella experiencia lo contó en el programa que conduce Verónica Lozano, después de confesar que le encanta andar en rollers y contar cómo le fue este martes tras salir a patinar con su amiga Barby Franco por Palermo.

"La primera vez que tuve patines tenía 9 años. Había ido a Buenos Aires con mi abuela, bisabuela y abuelo. Venían a visitar a una tía. Era el mejor plan del mundo porque no conocía Buenos Aires", comenzó trayendo a la memoria aquella divertida anécdota que pasó de la plena alegría al embole.

Luego contó que fueron días de encierro pero que hubo algo que lo cargó de adrenalina: "lo lindo es que frente de ese departamento, al que no me dejaban salir por miedo a que me secuestraran, había una juguetería gigante y no lo podía creer. En mi pueblo no habían jugueterías. Había una sola pero no se renovaban los juguetes". 

En este contexto, su abuelo se cruzó con él a la juguetería y al ingresar vio "unos rollers que solo veía en la tele". Entonces su abuelo se los compró: "Por 3 días estuve patinando en ese departamento encerado e iba a los manotazos de la habitación a la cocina y pensando que cuando vuelva al pueblo ningún chico tenía esos patines, porque no llegaban. Pensaba 'esto va a ser furor'".

Sin embargo, cuando llegó de Buenos Aires a su pueblo se encontró con una realidad que no había dimensionado cuando compró los patines y toda esa ilusión se desvaneció: "Cuando llegué no pude patinar porque en mi pueblo habían calles de tierra. Todavía no habían pavimentado las calles".

Al final confesó que los terminó guardando porque en su pueblo, durante todo el tiempo que estuvo, no pudo usarlos.

 

Comentarios